Se trata de una pieza de guerra de mitad del siglo XIX. Lo encontró personal de la Policía Federal Argentina durante un allanamiento en Azopardo al 7000, tras una extensa investigación.
El cañón de hierro forjado, más de 4 metros de largo y 5 toneladas apareció publicado en una página de venta de armamento en España. No daba demasiados datos, solo que había pertenecido a la Armada Argentina y que había participado en la segunda batalla de Cepeda. Se desconoce si alguien se interesó de inmediato pero sí lo hizo la Guardia Civil española que se preocupó no ya en carácter de posible comprador sino en su rol de investigador.
Así comenzó la historia que acabó en las últimas horas en una vivienda del barrio Fortunato de la Plaza en Mar del Plata, con un operativo de la Policía Federal para secuestrar el arma que se ocultaba en los fondos de un galpón.
Los Tribunales de Comodoro Py en CABA recepcionaron la denuncia de la Guardia Civil española tras el inicio de la investigación en 2019 luego de que se detectara, en el marco de búsquedas periódicas por el ciberespacio, el aviso comercial.
La publicación aseguraba que por solo 12 mil euros cualquier persona podía hacerse de una reliquia, de un cañón avant carga de 150 milímetros, de fabricación inglesa y marca Armstrong. Ese cañón data del año 1850 aproximadamente y, para reforzar la oferta, el vendedor indicaba que era uno de los 5 en su tipo que habían pertenecido a la Armada Argentina. Y para reforzar el atractivo, se señalaba también que había sido utilizado en la segunda batalla de Cepeda, de 1859.
El comercio de piezas arqueológicas está penado por la ley de protección cultural pero para que se configure el delito debe comprobarse la existencia de algunos elementos puntuales. Por ejemplo, que el artículo haya sido extraido de un área arqueológica, ya sea enterrado o hundido.
La Justicia de Argentina, alertada por este hallazgo de la Guardia Civil española, inició una búsqueda y realizó consultas a la Armada Argentina, aunque no hubo confirmación de que alguna vez ese tipo de cañón hubiera equipado sus naves. Asimismo el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano tampoco lo tenía en sus registros.
No obstante, para asegurarse la pieza, la Justicia libró una orden de allanamiento para una casa de Azopardo al 7000, donde finalmente fue encontrado el cañón. Una primera inspección arroja que no habría evidencia de que proviniera de un lugar arqueológico, es decir que haya pasado mucho tiempo bajo tierra o bajo agua.
Por ese motivo (y por la dificultad que supone su traslado) se lo dejó en depósito judicial al responsable de su tenencia, quien no declaró sobre la procedencia.
Ahora se continuará con la investigación con el objeto de establecer si hay algún tipo de delito o si el propietario (no cambió de manos desde su publicación) tiene sus argumentos para justificar la comercialización.